Macbeth

                  ANÁLISIS ESCENA V

Hemos sido instaurados desde el inicio de la obra en un universo oscuro, donde reina lo ambiguo, lo difuso, lo extraño, lo sobrenatural, lo malvado. Desde esa primera escena hemos andado este camino, las brujas inician la obra y se retiran marcando el devenir de la obra; sabemos de ellas que vienen por Macbeth, y con él se encuentran al inicio de la tercera escena. En ella profetizan al valeroso caballero escoses, un noble porvenir iniciado por el título de Barón de Cowdor, y luego por el reinado de toda Escocia. Profecías estas que despiertan en el héroe muchas dudas además de una gran incertidumbre, no ha dejado de pensar en lo acontecido; esta excitado por el encuentro, se ha despertado algo en Macbeth.
Luego de reunirse con el rey y el resto de los nobles, es proclamado Varón por el propio rey, mas este promete la corona a su hijo Malcom. Ahora bien, durante todo este período que Macbeth estuvo abstraído en sus pensamientos, nunca había mostrado de forma vehemente su deseo de apoderarse de la corona, por el contrario siempre dejo al tiempo y a la fortuna su porvenir. También es cierto que todas esas vacilaciones en su pensamiento delatan de alguna forma un deseo implícito por acariciar aquel futuro. Pero hecha la proclama del rey, este se aventura a mostrar de forma explícita ese deseo que subyace en su interior, y la velocidad con que todo se dará en la obra, marca el fuerte anhelo por llegar al poder.
En la escena V aparece por primera vez Lady Macbeth. Entra en escena leyendo una carta de su esposo; en ella se relata desde el encuentro con las brujas, hasta la llegada de Ross y Angus, con la noticia de su nuevo título. El lenguaje es claro, nada de ambigüedades, es un resumen de lo acontecido en el transcurso de la obra, pero trasmitido con mucha ansiedad. En la carta el héroe no muestra deseos, ni intenciones, solo pone al tanto a su esposa de lo acontecido. Del contenido de la carta sólo se destaca el reconocimiento del poder sobrenatural de las brujas; su ardor y deseo por conocer más y el pasmo al la llegada de sus nobles compañeros. Más allá de eso, se observa un lenguaje afectuoso para su esposa, “amantísima compañera en grandeza”, símbolo del amor y respeto que siente por ella.
Ahora es el momento de Lady Macbeth para hacer su aparición. Ella se alegra, como su esposo espera mas su reacción es enérgica “y serás además lo que te han pronosticado”. La alegría se funde tanto en su ánimo que sólo posee ojos para la corona desde ese momento. Ella no duda un solo segundo, como sí lo hace su esposo, no tiene un atisbo de especulación, su esposo para ella es rey desde ese mismo momento. En su monólogo nunca duda de sí, sino de la naturaleza de Macbeth para lograr aquello que desea. Pero cabe señalar que ella no duda en la valía de su esposo para cometer el asesinato, duda de la capacidad de aquel noble caballero descripto en las primeras escenas para rebajarse a acto tan cobarde y atroz. Por otra parte ¿En qué momento de la carta Macbeth manifiesta su deseo de asesinar al rey? Nunca. Entonces o ya era tema tratado en la pareja o debemos atribuirlo a un error del autor. Desde nuestra opinión, no cabe duda de que el matrimonio ya ha discutido acerca del asunto; existe en ambos ante la noticia cierto velo de algo esperado, pensado, estudiado, pero no concretado.
El matrimonio de los Macbeth presenta un rasgo a resaltar por su oposición:
1.          Macbeth es dueño de una gran imaginación, imaginación proléptica[1], es decir que puede adentrarse en el porvenir, se imagina lo venidero en tanto sólo está seguro del presente que vive, lo que refrena en él su hacer. En tanto se imagina lo que puede llegar a suceder, duda del acto. Es en sí desprovisto de voluntad
2.          Lady Macbeth es pura voluntad, para ella lo pensado es en el mismo instante un hecho, una acción. Recibe la carta de su esposo y ya lo corona; piensa en su debilidad (de Macbeth) y enseguida clama por su llegada a fin de persuadirlo. Pero por su parte no puede considerar lo que vendrá, es presa de las acciones, en cuanto tienen que ser ejecutadas y ya. Es en sí desprovista de imaginación del devenir de los actos.
     Poseen en común por su parte la ambición, ambos sueñan con la corona. En su monólogo observamos además cierta inversión de roles morales en cuanto a lo bueno o malo: en tanto desdeña la naturaleza de su esposo por estar demasiado llena de la bondad, esta es vista como algo desdeñable. La ambición al ser cambiada en el mismo acto por algo hecho, coloca a la corona, que ya posee, como algo bueno, en tanto será malo todo que aleje de ella el reinado. Y la concreción del hecho esta tanto más resuelta en tanto depende de ella, ella sabe que convencerá a su esposo, es ya un hecho.
Otro rasgo a marcar es el conocimiento entre ambos, ella conoce a su marido, sabe que puede lograr que él, y de cierta forma ¿Macbeth no espera que su esposa lo empuje a hacer aquello que teme y desearía no fuera necesario que se hiciera? Allí en ese conocimiento radica la base de las acciones humanas en Shakespeare, en el conocimiento mutuo, en tanto que uno actúa según lo que conoce del otro. Fijémonos en el contexto de la obra, las brujas conocen a Macbeth en tanto le dan un jaloncito para que actúe; por su parte este en tanto conoce a Banquo, lo interroga con el afán de conocer que intenciones guarda luego de lo acontecido; luego corre en pos de comunicar a su esposa el encuentro y las profecías; esta última ni bien esta en conocimiento del hecho, se corona a la vez que sabe deberá intervenir para que su marido actúe. Es como la pequeña bola de nieve que se impulsa desde una montaña, corre y corre y a cada paso va estirando su diámetro y abarcando cada vez más y más hasta terminar disuelta nuevamente.
Recién sobre el final de su monólogo Lady Macbeth nombra a las brujas. El comentario nada tiene de particular y es ello lo que más llama la atención. Son concebidas como una ayuda, estos seres sobrenaturales personificado por lo feo e impuro, lo malvado y oscuro, son sus aliados en busca del poder.
Sobre la entrada del mensajero podemos y debemos resaltar las siguientes palabras que Lady Macbeth: “Atendedlo bien ¡Es portador de grandes noticias!”  Porque en ellas se manifiesta la conclusión de un proyecto, Duncan será asesinado en su palacio esa misma noche. Aquel anhelo de la corona se proyecta de forma veloz hacia su final, ella ya se sabe poseedora del poder mas la llegada del rey, inesperada para ella, lo hace más presente y espontaneo de lo esperado.
La llegada de Macbeth ante la presencia de su esposa es rápida de igual forma que el acontecer de la obra, todo es rápido, veloz; las brujas y la profecía, el título de Barón de Cowdor, la pronunciación del rey sobre el porvenir de la corona, la carta de Macbeth a su esposa, el plan de ella, la llegada de Duncan, el plan y incitación de Lady Macbeth, el crimen y el desenlace, todo parece volar por sobre las hojas.
En el segundo monólogo de Lady Macbeth, la escuchamos realizando una invocación a los agentes de las tinieblas, invocación que realiza para acallar todo remordimiento ante la empresa que se ha propuesto. En la invocación podemos observar dos cosas: Primero la oscuridad con el que es pronunciado, en el no existe nada que recuerde a lo bueno, todo lo pronunciado se vincula directamente con el mal “cuervo”, entrada fatal, espíritus asesinos” “crueldad” “sangre fría” “”sanguinario” “hiel”. A destacar d allí es la pérdida del sexo, está en su intención perder la suavidad de su sexo para llegar al poder; reiteración de fluidos, la sangre se nombra dos veces, es resaltada. Segundo: Si Lady Macbeth invoca a los espíritus de las oscuridades frente al acto que está a punto de cometer y pide le despoje de sus flaquezas de mujer, es porque en ella en ese momento existe reconocimiento de la crueldad de su acto.
Lo dicho anteriormente, cobra aún más fuerza en el diálogo, ella se instaura de lleno en su juego, paso de aquella invocación a la acción, en pocos segundos, si existía real remordimiento que llevará a su alma a clamar de aquella forma, es su voluntad extremadamente fuerte ya que olvida todo en el mismo acto en que debe ponerse a actuar. El diálogo en esta escena es breve; él llega y es bien recibido por su esposa quien lo saluda en honor de sus títulos presentes y futuros. Es en esa ambigua frase que parece conocida “más grande que uno y que otro” (recuerda a las brujas en el vaticinio hacia Banquo) palabras ambiguas como tantas otras de la obra, que contribuyen al clima confuso de la obra, a ese inquietante movimiento. Luego del saludo se dirige derecho hacia su objetivo, proyecta sobre su marido aquel deseo que acaricia y que sabe él también posee.
Por su parte el esta distraído, solo atina a decir que el rey llegará pronto, a lo que ella con gran voluntad replica “¿Y cuándo se irá?, él contesta y ella retruca “¡Oh, no verá el sol de esa mañana…!” Es grande su deseo, no pierde un segundo, ni bien llega su marido comienza a trabajar en pos de aquello que se ha propuesto, actúa de forma instantánea e impetuosa. Ha puesto en marcha toda su artillería, Macbeth no emite casi palabras es apabullado en su ser dubitativo por la fuerza de una mujer de acción; quizás hasta resulte incomodo para él la presente situación, ella prosigue refiriéndose a la transparencia que posee el rostro de su marido, lo aconseja en las artes del engaño: “y asemejaos a una flor sencilla, pero sed serpiente escondida bajo la flor”; el orden de lo ambiguo, de este mundo donde nada es lo que aparenta se hace presente en aquellos consejos. Engañar para así conseguir lo que se desea. Pero Macbeth sigue desconectado de todo aquello, “Después hablaremos”, y ella prosigue. Cuanto ímpetu, cuan decidida esta nuestra protagonista en lograr la corona, está totalmente ciega de ambición y sabe que de sí dependerá el éxito o fracaso del crimen. Es por ello que avanza tan decididamente, ni siquiera consulta con Macbeth, tiene todo planeado “Todo lo demás queda a mi cuidado” y así se cierra la escena. ¡Cuánta diferencia entre marido y mujer! 
  




     



[1] En términos de Harold Bloom. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario