Manrique: Copla a la muerte de su padre

jORGE mANRIQUE
 "cOPLAS POR LA MUERTE DE SU PADRE" 
La muerte gran suceso de la vida, el final de la misma, o el inicio de otra en otro lugar. La muerte tiene mil caras por lo cual es muy difícil poder situarla en un solo lugar; desde la bella muerte espartana, hasta la actualidad, donde nuestros niños conviven con ella en sus dibujos animados, de representación tan humana como salvaje, buena y mala pero presente siempre en el espíritu humano.
Este personaje que desprecia al ser hasta sus últimos días se mueve de generación en generación llevado de una a otra mediante la tradición en todas sus manifestaciones. Es el arte, la memoria, los datos de archivo históricos, los que dan vida a algo tan muero como la muerte ya pasada. Esto es así, porque el espíritu humano necesita de ejemplos rectores que mitiguen el trabajoso quehacer que es la vida. Frente al tema de trabajo a tratar es la tradición medieval, de la que aun se conservan retazos como ejercicio de esta memoria que se disputa entre presente, pasado y futuro, la que debemos analizar.
La época medieval de contexto sumamente conflictivo, dado los grandes eslabones de pobreza social que existían, unos unidos a otros los grupos perecían a falta de alimento e higiene. Pero la muerte sutil vengadora de la diosa fortuna, reclama a su lecho no solo al pobre, todos y todas morderán el polvo al besar su fría mejilla. A partir de allí comenzaba la decrepitud y descomposición del cuerpo, plasmado a través del arte tanto plástico como literario, que perturbo el pensamiento medieval. Esta época consignaba a la vida todo poder, la muerte era vista como un destino fatal, donde el cuerpo totalidad vital dejaba de palpitar, perdiendo toda belleza; bella era la vida y lo que en ella se recogiera, la vida había que vivirla, y así fue. La edad media vivió su vida hasta que murió. Pero su tradición palpitaba, “la predicación y el grabado, podían expresar la idea de la muerte en una forma muy viva”[1]y  duradera. La religión siguió predicando y el arte siguió produciendo acerca de la muerte, traspasando la muerte propia de su época y dejando el legado para una generación de época diferente que aun traía en si algunos de sus valores más trascendentes. “Si el erotismo adoctrinado es tema poético restricto, la idea de la muerte asoma, lejos de la poesía, en los sermones, en la enseñanza de la iglesia, en el desarrollo de la escultura funeraria, envuelve de tal manera al individuo que se puede asegurar que las representaciones artísticas de la muerte son arte popular”[2], allí aparece la obra de nuestro poeta, la vida tras la muerte, en el legado artístico, donde la muerte se plasma en un segmento eterno donde se vive esa sensación de ultimo suspiro para dar vida a la memoria que guiara nuestro trabajo.
Empezaremos ahora el análisis de la obra para dar vida a esta memoria hecha papel.
Primera copla

Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte,
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor”

Como ya habíamos mencionado el recuerdo da vida y esa es la intención del poeta al hacer papel esta memoria, el “Recuerde” inicial intentan lograr esta sensación. Vivir, despertar en todas sus formas, lo corpóreo y lo inmaterial, lo caduco y lo inmortal, la forma y la esencia, el alma y el seso.
El llamado de atención inicial surge de la premisa de los versos siguientes donde se nos notifica que es lo que hay que contemplar; existen dos caminos uno es la idea y otro es el destino a llegar. Es un viaje donde nos inscribimos con total sumisión, y al que no figuramos ya que viene callando; se llama la atención para que el lector no pierda de vista esa callada muerte que se nos aproxima.
El mundo es despreciado, todo lo que de el proviene causa dolor; la contradicción entre “placer” y “dolor”, deja esa brecha donde todo se escapa sin dejar huella de satisfacción. Este tópico: “contemptu mundi”, significa la contemplación del mundo para despreciarla, por ser perecedero. “La oposición entre sensualidad i ascetismo, entre el valor del mundo y del trasmundo”[3]. Es a partir de la oposición entre el alma y el seso que debe de contemplarse el mundo para nuestro autor, Manrique toma dos polos para manifestar la dualidad conflictiva medieval, que resonaba en este desprecio al mundo material, a la vida y a la existencia. Estas oposiciones se manifiestan a lo largo de los versos en tres pares antitéticos: dormida/despierte; vida/despierte; placer/dolor[4].
Además estas oposiciones más las unidades semánticas de acción, de velocidad: “se pasa”, “se viene”, “cuan presto”, presentan otro tópico de la literatura clásica, lo fugaz del tiempo, la velocidad de las instancias queridas o apreciadas. El tópico “tempus fugit” refiere en esta copla a lo fugaz de la vida, que pasa de vida a muerte, del placer al dolor.
La idea del tiempo pasado como un periodo mejor, no la consideramos como reivindicación del mismo, al menos que este se manifieste en la vida del lamentado en las coplas; por nuestra parte consideramos la añoranza del pasado por lo que ya fue vivido y sobrevivido, algo se mantiene más allá del tiempo, y emn la memoria más allá de la muerte.
La unión de estos dos tópicos en la primera copla, es utilizada por Manrique como forma general para dar inicio al tema a desarrollar. La estructura de nuestro texto de análisis, se basa en preceptos generales en el comienzo,; el punto inicial es del tipo filosófico, se estructuran ideas de carácter universal, para luego pasar al desarrollo lineal de de los puntos más concretos. Esta obra puede dividirse  en tres segmentos, “en primer lugar la reflexión filosófica (…), luego la reseña histórica [de] personajes celebres abatidos por la muerte, y por fin un fragmento elegiaco que se refiere a la muerte de Don Rodrigo”[5], o tradición filosófica, tradición literaria y elegía.
Interrumpimos el análisis para considerar en el mismo texto, rasgos formales necesarios para la concepción global de la obra, ya que una visión parcial peligraría en su significación. Por eta razón se vuelve necesario conceptualizar la elegía. Esta es una lamentación, un llanto; es un poema que lamenta la perdida, la muerte de alguien. Según Salinas existen dos tipos de elegías. “En la una el poema apunta hacia un norte meditativo: mueve al lector hacia su propia intimidad y empuja su espíritu a la reflexión moral, hacia las consideraciones generales sobre la vida y la muerte. (…). En otras, el poeta se siente llamado a erigir en honor del difunto una construcción funeraria monumental, usando materiales alegóricos”[6], estas coplas manifiestan un poco de ambas expresiones a nuestro entender, dado que Manrique realiza una reflexión moral surgida desde su más intimo ser, pero a la vez esta lamentando la muerte de su padre nada menos que Don Rodrigo Manrique, personaje de suma importancia en su época, tanto por su valor guerrero como por su participación en las instancias políticas, y su posición social. Por esta razón esta elogia intenta también desarrollar un homenaje a la muerte de aquel celebre personaje, que fue su padre.
Por estas razones las coplas elegiacas a analizar comienzan con consideraciones de carácter universal para manifestar en su instancia inicial, la reflexión que surge tras la muerte de un ser tan querido por Manrique y a la vez tan importante, que puede funcionar como ejemplo moralizante a través de un homenaje.
Segunda copla

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
mas que duro lo que vio,
pues que todo ha de pasar
por tal manera”

Aquí se intensifica el tópico antes mencionado del “tempus fugit”, mostrándose nuevamente en rasgos estilísticos como la contradicción entre términos de opuestos significantes; presente/ido; acabado/venido; durar/pasar.
El autor intenta a través de los versos mostrar la fugacidad de la vida; es sabio aquel que puede ver que lo que vendrá no será diferente de lo pasado, pues la vida se va antes de poder cambiar algo de lo que heredamos.
Se mantiene la reflexión de carácter general y filosófico; el  poeta nos hace participes de su visión del mundo, que contemplado es despreciable y tan fugaz que no deja tiempo de goce, solo el sabio ser, sabe que el mundo sigue y seguirá en su gran marcha y que lo importante es aceptar el destino de cada uno, como se trabajara en la copla siguiente.
Tercera copla

“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir,
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otro medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viene por sus manos
y los ricos.”

En esta copla se utiliza una metáfora, donde los ríos representan las vidas diferentes que van a dar a la muerte que es el mar. Esta metáfora implica a la fugacidad ya mencionada, pero también al fluir de la vida, donde uno debe dejarse llevar, pues no existe posibilidad de nadar contra la corriente, los ríos avanzan siempre hacia su fin, como el hombre avanza hacia el suyo que es la muerte. “La metáfora sugiere la naturalidad del transcurrir de la vida”, es natural nacer y morir; pero además es natural que todos lleguemos a la muerte, sin distinción.
Esta idea de la muerte igualadora surge desde la misma edad media, con la Danza de la Muerte. “Muerte y danza se ligan por una especie de sarcasmo conceptual, en patética pareja”[7]; la muerte, trágica perdida de la vida tan codiciada en esta época se celebra mediante una representación danzada, aunque sus inicios según Salinas son poéticos, en la misma se “satisfacen la morbosa y apicarada apetencia de ver igualados a los altos con los bajos: dentro de cien años todos calvos”[8]. De esta misma forma los ríos van todos rumbo a la mar, los grandes y los chicos. Esta representación igualitaria donde uno con otro mueren, permite en la edad media igualar egos sumamente distantes, como el papa o señor feudal junto al vasallo, o el que fue por sus manos y el rico. Eso es la muerte para el autor y la sociedad de su época, aunque con alguna diferencia como mencionaremos.
En estos versos no solo el autor plasma filosóficamente la moral de su época, sino que comienza a mostrar su visión particular acerca de la muerte, deja entreverse cierta naturalidad y aceptación acerca de la misma, es decir no se la repudia, como era el consenso medieval dado su carácter de putrefacción y perdida de belleza; en este caso Manrique, muestra la muerte con total naturalidad, el mundo es malo e injusto, solo la muerte aplica justicia dado su carácter divino. Existe en el autor una visión cristiana de la muerte, donde la vida es un pasaje para pagar un descanso eterno, la vida eterna.



Copla cuarta

Invocación

“Dejo las invocaciones
de los falsos poetas
y oradores;
no curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores;
aquel soló invoco yo
de verdad,
que en esta mundo viviendo
el mundo no conoció
su deidad.”

El carácter culto del poeta lo conocemos de su biografía, pero en el inicio de esta copla, el poeta muestra sus conocimientos de los clásicos, rasgo en oposición al romanticismo, donde los poetas ensañados con los clásicos invocan a sus dioses literarios para que salvaguarden sus obras; esta invocación basada en las griegas y romanas se dirige a un único dios, el de la religión cristiana. Existe aquí una contradicción entere ficción/verdad, que intenta superar los mitos clásicos dado su carácter impuro; Manrique muestra ante los ojos del lector la verdad cristiana, responsable de su obra y de la vida misma, como la de todos los seres.
La contradicción entre lo clásico y lo antiguo sirve para manifestar, el tipo de muerte que presenta el autor, no es aquella muerte como final de la vida, es la muerte como comienzo de la misma, “rechaza en esta estrofa la tradición pagana del arte y acepta la tradición cristiana del alma”[9], como vida eterna tras la muerte física y material en el mundo.


Quinta copla

“Este mundo es el camino
para el otro que es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos”

En esta copla el autor deja de lado las alegorías para presentar directamente su visión de la muerte: la muerte es el final donde llegamos a descansar, después del largo y duro viaje que es la vida, que tenemos que andar. La idea principal es la vida terrenal como camino duro, espinoso, contra la muerte que es descanso eterno. Los opuestos se manifiestan con dicha intencionalidad, camino/morada; buen tino/errar; nacemos/fenecemos; llegamos/descansamos; vivimos/morimos. La esencia de cada verso se desliza hacia cada uno de estas palabras con intencionalidad creativa, es uno el bien y otro el mal; uno es Dios y el otro el camino hacia él. Por eso avisa Manrique que más vale tener buen tino, vivir el camino de forma correcta es llegar a buen final. “La vida terrenal como peregrinaje por un mundo engañoso y pasajero”[10], por eso el llamado de atención, la vida son los ríos, no existe un solo camino, debe de elegirse de forma correcta para llegar a la mar “por consiguiente esa fe en el más allá debe ser la fuerza inspiradora de nuestros pasos sobre la tierra”.[11]
Cabe recordar que siempre esta el tiempo corriendo en los versos, aquella fugacidad inicial se mantiene aun, mediante las antítesis ya mencionadas, donde los recorridos tan largos se pasan de un verso a otro sin mediar mas que un punto y coma.

Sexta copla

“Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nacer acá entre nos
y a morir en este suelo,
do murió.”

La presencia del hijo de dios en esta copla sirve de carácter moralizador y didáctico, se presenta a Jesús como un ser que nació y murió, como todo en el mundo, en la vida; lo corpóreo se acaba, mas el espíritu salva en la eternidad.
Se hace manifiesto el pasado, como simple imagen de que existió y existe la posibilidad de una salvación; existe también el pecado, pero si la fe ha de subirnos al cielo, porque apartarnos del camino.
Se desprecian los valores materiales del mundo, ya que fue bueno, en este momento esta corrompido, el pecado a ganado la lucha y hay que encausar el río para llegar a la mar.

Séptima copla

“Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que miramos
las perdemos:
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen,
de ellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallecen.”

“El tiempo, la fortuna y la muerte, los tres grandes lugares comunes de la edad media, se hacen presente en esta estrofa, como verdaderos responsables del “contempu mundi”[12], al que ya hemos referido.
Aquí se refiere explícitamente a la pagana refutación de la muerte por la perdida de belleza y decrepitud del cuerpo viejo; Manrique demuestra que este es un bien común a todos, es la fortuna, e tener un pasado, un presente y un futuro al que debemos claudicar.
Se manifiesta también nuevamente la muerte igualitaria, justiciera, todo lo corpóreo se termina en ella, lo bueno, lo malo, la calidad, el valor. Es el mundo engañoso quien llena de valor a las cosas insignificante que debemos despreciar al seguir el buen camino.

Octava copla

“Decidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
 la color y blancura
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas y ligerezas
y la fuerza corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega al arrabal
de senectud.”

Aquí se hace presente otro de los tópicos clásicos de la literatura y el arte, el “ubi sun”, ¿Dónde están?, ¿Dónde quedaron las glorias y famas vanas, qué valor tienen y para qué?, cuando morimos esto todo muere con nosotros y nada nos llevamos al otro mundo, el alma solo necesita de haber llevado una vida correcta según la cristiandad, esa es su significación, el vivir una vida moralmente cristiana correcta.
La copla citada solo refiere a los rasgos viriles de la juventud en comparación con un futuro próximo, la vejez; la pregunta tópica se manifiesta a través de lo corporal, pero en las próximas coplas el autor seguirá desarrollando la misma, solamente que irán cambiado los dones a preguntarse el porqué. Pasara luego por las virtudes de nivel social, de linaje, hasta llegar a los personajes desaparecidos, que dan al lector los ejemplos moralizantes de su época, para así no perder de vista el fin de las coplas todas, homenajear en la comparación a su padre, Don Rodrigo.
Otro rasgo a tener en cuenta en el tópico que estamos trabajando es el rol del lector. Las preguntas de carácter retorico dejan a lector la posibilidad de responderlas, logrando en este una identificación con el sentimiento que se quiere causar, la reflexión. Es la congoja del autor la que le lleva a reflexionar  y es la misma que hecha papel invita al lector a replantearse su visión del mundo.
La cuestión final a trabajar es la muerte de Don Rodrigo, y el consuelo del poeta. Don Rodrigo muere con perfecta calma, rodeados de sus familiares, es el un ejemplo de cristiano por lo menos así lo describe su hijo. Esta en la cama esperando la muerte, sin necesidad de huirle, la misma naturalidad que en el inicio, la muerte llega pero deja su memoria; aquella memoria que mencionábamos al inicio del trabajo se hace presente, el fue uno hombre ejemplar, hasta su oración es ejemplo, le pide a Dios que lo perdone por ser clemente esté y  por ser Don Rodrigo hombre ejemplar. Su vida fue un ejemplo y su memoria será ejemplar, así lo proclama el poeta en el final, ahora que su vida esta realizada en papel su memoria vivirá, y su alma puede descansar en paz.


Bibliografía


Salinas, Pedro. “Jorge Manrique o tradición y originalidad”, Caps. 2,3 y 5, Ed. Sudamericana, Bs. As, 1947
Carriquiry, Margarita. “Manrique”. Ed. Técnica, Montevideo, 1991
Castro, Américo. “Hacia Cervantes”, Cap. “Muerte y belleza”, Ed. Taurus, Madrid, 1957
Huizinga, Johan., “El otoño de la edad media”, Cap. 13, Ed. Alianza, Madrid, 2003










[1] Huizinga, “El otoño de la edad media”,
[2]  Salinas, Pedro. “Jorge Manrique o tradición y originalidad”, Ed. Sudamericana, Bs. As, 1947
[3] Ídem.
[4] Carriquiry, margarita. “Manrique”. Ed. Técnica, Montevideo, 1991
[5] Ídem.
[6] Salinas, Pedro. “Jorge Manrique o tradición y originalidad”, Ed. Sudamericana, Bs. As, 1947
[7] Ídem.
[8] Castro, Américo. “Hacia Cervantes”, Ed. Taurus, Madrid, 1957
[9] Salinas, Pedro. “Jorge Manrique o tradición y originalidad”, Ed. Sudamericana, Bs. As, 1947
[10] Carriquiry, Margarita. “Manrique”. Ed. Técnica, Montevideo, 1991
[11] Salinas, Pedro. “Jorge Manrique o tradición y originalidad”, Ed. Sudamericana, Bs. As, 1947
[12] Carriquiry, Margarita. “Manrique”. Ed. Técnica, Montevideo, 1991

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