Divina Comedia. Análisis del encuentro entre Dante y Virgilio.

Recordemos que Dante esta perdido, en medio de una playa inhóspita que le es tan extraña como aterradora; tres fieras le interrumpen su paso hacia la cima de la luminosa colina, aterrado ante la presencia de las dos primeras fieras persiste en su camino, mas la tercera lo obliga a volver sus pasos hacia la selva que tanto pavor le causo a la vez que lo aleja del sumo bien que aspira alcanzar. Allí, entre el llanto y el miedo causado por la loba se le presenta una “sombra” “que por su prolongado silencio parecía” muda. Dante al verla exclama piedad, misericordia por su situación, que ya hemos detallado, mas este mundo inhóspito ahora le presenta un ser allí frente de quien no se sabe nada, quien no dice nada.
“Piedad de mí –le grité- quienquiera que seas, sombra u hombre verdadero” dicho ser presenta la ambigüedad y el desconocimiento de parte del protagonista, no se sabe sí aquel es un ser de mal o uno de bien, si viene a espantarlo aún más o si viene en su ayuda, por eso es “sombra u hombre verdadero”. El ser le responde, pero los datos con los que hace su presentación no son claros, es preciso tener cierto conocimiento para lograr desentrañar quien y de donde viene; lo que si es claro, es que ya no es hombre. Esta presentación consta de cinco partes: primero detalla su existencia, es un alma que alguna vez fue hombre. Segundo, nos dice su patria, es mantuano y de familia lombarda es decir de Lombardía, región del sur de Italia. Tercero, describe su época, nació luego del imperio de Julio Cesar y fue coetáneo del emperador Augusto, que reino con ese nombre desde el año 27 a.C. y se consolido en el poder luego de vencer a Marco Antonio y volver a unificar el Imperio Romano. Virgilio nació en el año 70 a.C. y murió en el 19 a.C.
El cuarto momento de su presentación es cuando demuestra ser pagano, adorador de “dioses falsos y engañosos”. Al no haber nacido bajo la religión cristiana, este personaje se muestra indigno de la bondad del emperador que todo lo puede, Dios. La ultima parte de su presentación la realiza a través de su obra, mas no nos da el nombre del protagonista de ella, sino que refiere a el nombrando a su padre, Anquises. La obra nombrada es La Eneida, donde se cuentan las peripecias de Eneas desde el fin de la guerra de Troya hasta que llega a la península itálica.
Luego de presentarse, Virgilio realizara dos preguntas a Dante; la primera dirigida a cuestionar su actitud, el hecho de retroceder, culpándolo, es decir es Dante quien se entrega, es él quien vuelve sus pasos ante el peligro y no intenta sortearlo; en este sentido las palabras de Virgilio son claras “te entregas”, “a tu aflicción”, lo cuestiona directamente por débil los pronombres así lo demuestran.  La segunda pregunta cuestiona el porque no asciende hacia el sumo bien, porque no avanza en su camino de salvación.  
  Como ya hemos mencionado la respuesta de Virgilio no es clara, debe de existir por parte de quien recibe el mensaje un nivel cultural amplio, dado que la información a decodificar requiere de conocimientos generales. Pero quien recibe el mensaje es Dante, un ciudadano florentino, de clase media acomodada, con estudios y muy aficionado a Virgilio, de allí que lo reconozca al instante, y así lo refiere en su respuesta. Dante comienza primero por darnos el nombre del poeta latino “¿Eres tú Virgilio…?” para después con una larga lista de epítetos, demostrar su admiración hacia él. Cabe destacar que no es una individualidad de Dante admirar a Virgilio, sino que es una generalidad de toda la Edad Media. Los estudios dedicados a los clásicos dentro de las universidades de carácter religioso (que por esos años comenzaron a instituirse), ubicaban a Virgilio un alto grado de consideración, dado que este autor no sólo era poeta, sino que además era visto como un sabio. Dentro de su obra se mezcla de forma coherente y armoniosa, el mito, la filosofía, la religión y la historia de toda una época. Pero además Virgilio tenía un extraño vínculo con el cristianismo, dado que en la Edad Media, ciertos teólogos en sus estudios exegéticos de las Églogas. Estos vieron un mensaje profético en la Égloga IV, donde según ellos Virgilio anticipa el nacimiento de Cristo, cuando en realidad es dedicada al hijo de Polión, cónsul de Roma.
No es de menor relevancia considerar la forma en como Dante se dirige a su futuro guía, “fuente que derrama tan ancho raudal de elocuencia”, “honor y antorcha”, “mí maestro”, “famoso sabio”. Todo lo expresado por Dante hace referencia al conocimiento. También es necesario recordar el término elocuencia, así como cuando le dice que: “tú sólo eres aquel de quien he imitado el bello estilo”; sabemos ya que el Dolce Stil Novo, es el arte del buen decir, la elegancia, la cortesía del decir, las formas mesuradas de decir, por tanto la elocuencia que derrama Virgilio es aquello que llevo a Dante a consagrarse como poeta.
Luego como si fuera dentro de un orden establecido, responde las preguntas de Virgilio. Comenta al poeta latino de porque retrocede, le muestra la razón y le pide que le libere de aquella bestia que lo llena de miedo pero lo interesante es la forma en como Dante lo describe: “se estremecen mis venas” “late con precipitación mi pulso”, es a través de la sangre fluyendo, a través de el latir del corazón, es a través de aquello que lo diferencia de Virgilio, la vida.
Virgilio dice mientras Dante llora su suerte, “te conviene seguir otra ruta”, cambiar de camino pero seguir el viaje la peregrinación que salvará su alma, pero no volver a la selva oscura, no retroceder y caer nuevamente en el pecado. Comienza así la descripción de la loba, fiera símbolo de la codicia y en este punto todo se opaca.
La profecía del lebrel consta de dos parte una ya la hemos mencionado, es la descripción de la loba y su modus operando; por otra parte sucede lo mismo pero con el lebrel. Esta profecía es uno de los grandes puntos oscuros de la alegoría dantesca, no existe sobre este asunto consenso de opiniones críticas, sino todo lo contrario. La loba es la codicia, pero ¿Quién es el lebrel? Por otra parte, la loba pecado que arrebata la vida a quien se atreva a pasar por allí y se alimenta y une de otros pecados, podría según la opinión crítica ser además símbolo de la Iglesia. Recordemos que Dante es güelfo, partidario del emperador, y dentro de su pensamiento político, cree firmemente en que la unión de Italia se dará sólo bajo el mando secularizado del poder, o sea bajo el mando del emperador. La Iglesia como institución es muy reprendida moralmente por sus excesos, su riqueza, y su poder, cuando su función debería ser la salvación de las almas y no adornarse con oro. De allí la imagen de la unión, es la Iglesia quien se esta transformando y adhiriendo a las masas crédulas, para forjar su propia salvación.
De allí que muchos ven en el lebrel al emperador que llegara y tomara el poder, desterrando a esta falsa moral cristiana, y restaurará la paz en una Italia llena de guerras y enfrentamientos civiles por cuestiones políticas. Este emperador llegará por vías democráticas, será a través de las urnas por eso entre Feltro y Feltro (las urnas de esa época estaban así recubiertas). Su alimento será todo aquello que emule lo bueno, aquello que se vincule con el bien. Otros autores ven en el lebrel a Can Grande Della Scala, el mecenas de Dante pero no posee consistencia una opinión como esa.
Ahora el claro enemigo de una fiera salvaje como la loba será un animal de caza como un perro lebrel, este perseguirá a la loba hasta matarla y devolverla al infierno. Y será la salvación de Italia y de las almas de los hombres italianos perdidos en el vacío moral de aquella urdimbre que era el imperio. Otra cosa a destacar es el vínculo político entre Dante y Virgilio, ambos son defensores del Imperio, el segundo dedicó once años de su vida a escribir La Eneida, para con ello destacar al Imperio romano de Augusto. Dante por su parte en la Divina Comedia, tomara revancha de todos sus opositores, aquellos que lo condujeron al exilio, sin dejar de defender su posición por el emperador hasta sus últimos días, siendo la profecía estudiada, en nuestra opinión parte de ello.
Terminada la profecía del lebrel, comenzará la descripción de los tres reinos de ultratumba. Dice Virgilio, “Ahora, por tu bien, pienso y veo claramente que debes seguirme: yo seré tu guía”, Dante no sólo se da el gusto de ser el uno de los pocos seres vivos que conocen el más allá, sino que se da el lujo de tomar revanchas políticas y además de ello es conducido, guiado por uno de los referentes clásicos de la Edad Media y de todos los tiempos, y uno de sus autores más amado. Este es el Dante soberbio, que por su actitud cayó en la selva oscura, en el pecado, y se irá purgando poco a poco a medida que avance en su viaje.
La descripción de los reinos comienza por el Infierno: “a un lugar donde oirás aullidos desesperados”,“llaman a gritos a la segunda muerte”, el infierno se describe mediante imágenes auditivas, allí el dolor será representado por los sentidos dado que es el más carnal de los tres reinos. Por otra parte, otra de las características es la eternidad del dolor, del pecado y de la carne.
El Purgatorio es un sitio de paso, allí la eternidad es un bella promesa de alcanzar el Paraíso, por eso las almas están “contentas entre las llamas”, hay un gran cambio, una oposición entre el dolor eterno y la alegría eterna de convertirse en almas bienaventuradas.
Con el Paraíso, todo cambia; no existe ni llamas, ni dolor, allí es el reino de los bienaventurados, aquellos que poseen la gracia de Dios. Por este motivo el dolor del guía, el no es bienaventurado y no lo será porque fue rebelde a su ley, Virgilio tiene su solio entre los no bautizados, dado que el bautismo “es la puerta de la Fe”, aquel lugar es el Limbo. Virgilio explica a su compañero de viaje, que lo guiará por los primeros dos reinos, llegados a la puerta del tercero un alma más digna lo llevara al reino de Dios. Esto causa dolor a ambos, pero por sobre todo al guía, que se lamenta de su suerte mientras que con sana envidia añora a los bienaventurados del reino donde se puede todo aquello que se quiere.
El canto se cierra con las palabras de Dante, donde pide a Virgilio que sea su guía, que lo conduzca por lo reinos en nombre de aquel Dios que no conoció. Pidiendo conocer tanto el bien como el mal, “Entonces se puso en marcha, y yo seguí tras él”. Esta será la actitud de Dante mientras este acompañado por Virgilio, seguirá siempre sus pasos, vacilará a cada instante de riesgo o dolor, y Virgilio siempre un paso antes que su compañero, disipará sus dudas aún sin ser pronunciadas, describirá y presentará a cada uno de los desventurados que se le pregunte, aunque cronológicamente sean posterior a su vida, porque Virgilio es el referente y guía del conocimiento de toda una época, es el símbolo de la razón y del amor, no al Dios cristiano sino de la virtud, a la rectitud, a la mesura y al conocimiento.

    


         

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